La Pascua, un camino entre contraste y reconciliación

Una semana antes de la condena de Cristo por parte de una multitud de personas que gritaba a Pilato «¡Crucifícalo!», otra muchedumbre lo había aclamado en su entrada a Jerusalén, agitando ramas de palma y extendiendo mantos a lo largo del camino. Este dramático contraste nos hace entender las profundas divisiones presentes en la sociedad de aquella época.

Sin embargo, también hoy, como entonces, somos testigos de una sociedad fragmentada y cambiante, marcada por polarizaciones cada vez más acentuadas. Las redes sociales han amplificado esta tendencia, creando cámaras de eco donde las opiniones se radicalizan y el diálogo auténtico se debilita. A menudo estamos más dispuestos a juzgar que a comprender, más rápidos en condenar que en tender una mano.

Cristo, sin embargo, nos ha mostrado un camino radicalmente diferente. En vez de condenar a su vez, ha trascendido estas divisiones eligiendo el perdón. En el momento de máximo sufrimiento, nos ha ofrecido el ejemplo del amor que supera toda barrera humana. El perdón de Cristo no fue un gesto de debilidad, sino la manifestación de un poder más grande que la violencia misma: el poder de interrumpir la cadena del odio y la venganza. Un poder que, dos mil años después, continúa desafiando nuestras lógicas mundanas basadas en la represalia y en la división entre «nosotros» y «ellos».

Que esta Pascua pueda convertirse para cada uno de nosotros en una oportunidad de reencontrar el amor recíproco. Un amor que es una elección cotidiana de superar prejuicios, de tender la mano, incluso cuando cuesta esfuerzo.

Feliz Pascua a todos, con el deseo de ser siempre portadores de Su luz en nuestros ambientes cotidianos, contribuyendo a construir una sociedad más fraterna, donde la reconciliación no sea una palabra vacía, sino una experiencia vivida.

Bernard y Angy

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