«Os dejo la Paz, os doy Mi Paz»

Entre tantos países, Cristo eligió nacer en Palestina, un país en rebelión ocupado por las tropas romanas. Un país donde la violencia era moneda corriente, donde los bandidos campaban a sus anchas y donde los zelotes incitaban a la rebelión contra el Imperio. ¿Qué mejor manera de inculcar un mensaje de paz que elegir un país en guerra?

En su mundo violento, como el nuestro hoy, Cristo trajo una promesa de paz en tres niveles. La paz en nosotros mismos, la capacidad de perdonar, de soltar y de encontrar la armonía en nosotros mismos.
La paz con los demás, que es la capacidad de irradiar la paz interior hacia quienes nos rodean, influenciándolos positivamente.
La paz en el mundo, tomar conciencia de que, a pesar de nuestras diferencias, todos estamos unidos por un deseo común de vivir relaciones en armonía los unos con los otros.
La fiesta de Navidad, estos momentos compartidos con nuestras familias y amigos más queridos, son una oportunidad privilegiada para construir puentes donde antes había divisiones. No es esperando a que todo se arregle que encontraremos la paz, sino que encontrando la paz todo se arreglará armoniosamente.

Este año, recordemos que la paz comienza con un cambio de actitud en nosotros que luego se propagará hacia el exterior, tocando la vida de quienes nos rodean. Para ello, hagamos que la paz sea el centro de cada una de nuestras acciones y pensamientos para luego poder irradiarla a nuestro alrededor. Solo así estaremos en Él y Él en nosotros, con todo Su amor. ¡Feliz Navidad de Paz y Luz!

Bernard y Angy

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