Los efectos del distanciamiento social y los miedos asociados a él se sienten siempre más. Necesitamos, más que nunca, el contacto humano, ese calor envolvente que solo una madre puede dar. Es este sagrado femenino materno que celebramos hoy. Esta capacidad de acogida que nos recuerda que, aunque nos sintamos confinados, nuestra conciencia nunca lo está. Si nos atrevemos a extender las alas de nuestro ser interior, todas las fronteras desaparecen. En este día dedicado a María y a través de ella a la Divina Madre, recordemos este espíritu de amor capaz de traspasar las distancias para hacernos redescubrir el vínculo profundo que nos une los unos a los otros. El que hace a la humanidad más humana y la ennoblece. Feliz fiesta del 15 de agosto,
Bernard y Angy