La entrada de Cristo a Jerusalén fue un momento de gran celebración. No se trataba tan solo de acoger a un profeta en la ciudad santa; al saludar al mensajero, daban la bienvenida al Padre que lo había enviado. Para aquellos que fueron capaces de comprender su profundo significado, este momento simbolizó la entrada del Amor del Padre en ellos. De hecho, las hojas de palma y otras ramas que la multitud agitaba sobre sus cabezas representaban su conexión vertical con el Padre. Como una antena, les recordaba su propia esencia divina. El impulso de agitar la palma de un lado a otro los sacudió de tal manera que los hizo regresar a sus cuerpos. Al hacerlo, hicieron descender el Amor del Padre a su naturaleza humana, como un árbol que acoge la luz del sol hasta sus raíces. Este antiguo ritual con las ramas era una verdadera llamada al Padre. Que este Domingo de Ramos sea una oportunidad para concretar el don del Padre en nuestra vida cotidiana. Feliz Domingo de Ramos a todos.
Bernard y Angy Rouch
Texto inspirado en una canalización de AC del 26 de marzo de 2021