La Navidad conmemora el descenso, hace 2.000 años, de una gran Luz sobre la Tierra. Para los antiguos, esta era la fiesta del “nuevo Helios”, el nuevo Sol. La luz de la Navidad es una luz que desciende y que nos envuelve profundamente en estos días para poderla manifestar en nuestra vida diaria.
Esta luz brilla igual que brillarán nuestros ojos si logramos sumergirnos en su presencia.
La Luz de la Navidad puede parecer etérea, impalpable, pero no lo es. La fuerza y el impulso que posee puede hacer milagros. Es capaz de eliminar las dificultades que nos ponemos delante y que retrasan el camino de nuestra alma, esos miedos que nos invaden lentamente en nuestro cotidiano y que no nos dejan ir hacia delante.
La calidad de esta Luz nos pide que nos abandonemos a su fuerza y que actuemos de acuerdo con la ley universal del amor a los demás.
Os deseamos que compartáis esta Luz con vuestros seres queridos. Y recordar que esta Luz empuja con amor, que es cálida y que no abandona nunca. Feliz Navidad!
Bernard y Angela Rouch